Gestión emocional: una asignatura pendiente para el nuevo curso

Existe una gran incertidumbre todavía sobre cómo se va a iniciar el primer curso académico post-covid; ¿Cuántos alumnos podrán estar presencialmente en clase? ¿Qué ocurrirá si hay un rebrote? ¿Se va a mantener el mismo temario que en cursos anteriores? ¿Cómo va a ser el sistema de evaluación? ¿Qué medidas se van a tomar de protección en el colegio, universidad…?

La gran mayoría de preguntas que se están planteando sobre la situación que se está viviendo en el mundo académico están relacionadas con asignaturas, notas, centros, etc., pero hay un aspecto fundamental sobre el que conviene realizar también un profundo análisis, ya que es crucial en el desarrollo de los alumnos: su estado y gestión emocional de la situación.

 

Educación virtual

Una de las primeras medidas tomadas fue la clausura de los colegios, institutos y universidades para continuar la educación de manera online. Hasta que se vuelva a la denominada “antigua normalidad” la educación va a optar por un modelo mixto; se van a alternar las tradicionales clases en el aula con la cada vez más normalizada formación online.

 

¿Cómo influye esta nueva situación en la educación?

Por un lado, está la necesidad tecnológica: los centros deben contar con todo el equipo necesario para impartir clases online y tener al personal formado en las tecnologías y competencias digitales docentes necesarias. Los padres cada vez van a tener un mayor peso en la educación de sus hijos, por lo tanto, deben contar también con unos conocimientos y formación a la altura de las circunstancias.

La otra área en la que más influye este cambio en el modelo es en la socialización que tiene lugar entre los estudiantes. Los alumnos han pasado de estar físicamente junto con sus compañeros, profesores, personal en el centro… a estar en casa con sus padres y tener contacto exclusivamente con su entorno educativo de manera virtual.

La simbiosis existente entre la educación emocional y un buen rendimiento académico es una evidencia: existen multitud de estudios que lo confirman. ¿Qué conclusión podemos sacar de ello?

Si bien los centros, profesores, programaciones didácticas han de adaptarse a la nueva realidad, no hay que descuidar cómo gestionar los sentimientos y emociones de los alumnos.

 

¿Cómo adaptarse a esta situación?

A la hora de afrontar una situación anómala como la que estamos viviendo, la única forma de garantizar que los alumnos puedan afrontar esta situación de la manera más adecuada posible es que tanto los docentes como los padres de los alumnos reciban una formación apropiada para poder conseguirlo.

Por un lado, es necesario que estén familiarizados con las nuevas tecnologías y puedan aplicarlas al ámbito educativo de manera que los alumnos vean minimizado el impacto emocional que supone estar realizando parte de su proceso educativo de manera no presencial.

Por otro lado, también es fundamental obtener una formación específica sobre cómo detectar las necesidades específicas de cada alumno y saber gestionar sus emociones para que los estudiantes puedan realizar su proceso formativo con sus necesidades atendidas y cubiertas, no solo en el aspecto académico, sino también emocional.

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